Se nos fue el Toche
Si estuviera doña Fredesvinda –La Mona- diría se nos fue el
Jorge “Toche”. Así le llamaban los paisanos de la Sierra a quien unos conocimos
como Jorge Muñoz Fernández y otros como Mateo Malahora.
Y es que se nos fue sin avisar, sin una señal de presagio en
los escritos diarios en las columnas de opinión o en los poemas que nunca dejó
de publicar en las redes sociales. Se fue, dejando un gran vacío entre los
amantes de las letras, la poesía, la opinión, la camaradería, la tertulia, la
política sana, los derechos humanos y la búsqueda constante de la paz que
siempre hemos soñado.
De mucho conocimiento en el derecho, que había estudiado en
la Universidad Santiago de Cali, de los derechos humanos en una
especialización, de las letras en la escuela de la vida era un buen
conversador, un excelente orador, pensador, dicharachero pero lo más importante
es que fue un buen amigo.
Lo recuerdo cuando paso por la sala de la casa y me
encuentro un cuadro de Ernest Hemingway
que me dejó regalando un día antes que saliera al exilio por las
amenazas de que era objeto precisamente por la defensa de la paz. Lo recuerdo
cuando me llamaba para entregarme la “chiva” cuando ejercía de lleno el
periodismo y muy especialmente cuando hizo parte de “Caucanos por la paz” de
amplio trabajo en el proceso de desmovilización del Movimiento 19 de Abril y el
Movimiento Armado Quintín Lame.
Muchos hablan del bohemio y de las tertulias y de verdad que
en esa faceta también pude conocerlo. Como era muy amiguero, uno de sus amigos
era Simón Bolívar (Barco). Cuando exploraba las posibilidades de regresar a
Colombia, un día cualquiera llamó a don Simón para pedirle que le reuniera a
los amigos de la Sierra que residían en Popayán para conversar y recordar los
tiempos idos. Hasta allá, frente al Parque de las Garzas llegaron entre otros
don Rafael Perez, el primero en tener un bus que cubría la ruta de la sierra a
Popayán, don Aureliano Echeverry, el
Odontólogo del pueblo que tenía su consultorio diagonal al parque y unos cuantos
más que mi memoria no recuerda. Fue una tarde de aguardiente estampillado, pasa
bocas, anécdotas especialmente de la Sierra, de su salida a Cali para ir a
estudiar, de su viaje al exterior, su paso por Cuba y de la situación del Cauca
donde regresaría muy pronto. Allí lo pude conocer junto con otros veteranos que
partieron adelante y que hoy estarán haciéndole recibimiento para seguir
divirtiéndose.
Muchos dirán: a cuento de que lo conocía? No fue
precisamente por el periodismo, como sería lógico. Fue porque el Toche tenía
una excelente amistad con mi padre desde los tiempos de la política en la
fracción de izquierda y claro, heredé esa amistad por siempre.
Se fue, nos cogió la delantera pero seguro que se va
satisfecho del deber cumplido en todos los escenarios donde hizo presencia. No
tendrá la compañía a la última morada como todos queríamos porque se fue en el
momento en que el afán de preservar lo que nos queda de vida no lo permite.
Desde este rincón donde escribo esta nota mi abrazo
solidario para sus hijos y demás familiares sin dejar de lado a sus amigos
contertulios que lo extrañarán siempre y mi deseo que el Todopoderoso lo
acompañe en el camino hacia la eternidad.
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